martes, 3 de abril de 2018

El ensayo

Alumnos, el ensayo es un texto argumentativo donde deben analizar un punto de vista sobre el tema que eligieron. Su tema se plantea en una tesis afirmativa (no en forma de pregunta, no en negación)
A partir de esa tesis, que debe quedar expresada en la introducción, se argumenta para apoyarla. ¿De dónde sacamos la información para argumentar? es ahí donde deben investigar en entrevistas, libros, encuestas, etc. para que su argumento tenga validez.
Recordar que son un mínimo de tres argumentos con tres bases de investigación.




jueves, 26 de junio de 2008

Evaluación

CHicos: estos son los parámetros que se usa´n para su evaluación.

Aspectos formales:

Se presentan en la carpeta las evidencias del proceso del trabajo. Están los borradores y los textos finales con las correcciones sugeridas.

Entrega de los 6 textos finales y borradores en los plazos preestablecidos.

Presenta los 6 textos finales y borradores en forma limpia y ordenada.


Aspectos de Contenido:

Presenta el texto la superestructura requerida (dependiendo del discurso)

Secuencia de ideas y orden lógico de las oraciones. ( No hay contradicciones)

Ortografía: El texto presenta un uso correcto de elementos ortográficos y de puntuación

Utilización de un vocabulario adecuado (Lenguaje), pertinente al texto escrito.

Uso correcto de conectores

El texto manifestó originalidad

El texto completa las ideas que expone

miércoles, 18 de junio de 2008

Microcuentos - Minicuentos




Un cuarto para las 8

Con su jumper matutino subió a la micro, se sonreía mostrando las piernas a aquel chofer que parecía mirarla con cierto interés. El juego furtivo duraba 45 minutos, hasta que ella bajaba y seguía su camino al colegio.
Aquellas sensaciones, nuevas para ella, le sirvieron, ya que durante dos años viajó gratis por las sendas de la pasión. El chofer, por su parte, saciaba aquél morbo oculto en un uniforme colegial.

Reseña de un libro:




Fatamorgana de amor con banda de música


Hernán Rivera Letelier nos muestra una magistral cátedra de palabras poco conocidas que juegan entre la chuzca y el salitre de una vida nortina esforzada que actualmente se conoce sólo en libros, cuentos y relatos de viejos pampinos.
Chile y sus historias, el norte y sus amores; una muchacha que sólo al mencionar su nombre se cuenta una vida, Golondrina del Rosario junto a Bello Sandalio viven el ferviente amor de juventud; ella una señorita de bien, hija de un barbero revolucionario, criada por las monjas, declamadora y pianista; él un músico, bohemio, liviano y alegre, como tantos. Una estela de amores donde ningún personaje pasa inadvertido, y cada uno se hace dueño de un pedazo de historia.
Tiene un poco de todo, es dinámica y alegre; utilizando el flash back permite que ninguna historia quede incompleta. Relata sucesos reales e historias de personajes típicos que vale la pena leer; además de variadas anécdotas como aquellos chinos que llegaron al norte, “De manera que decenas de chinos de nombre Loo-Pi, se transformaron simplemente en Lopéz; los Li-Wong quedaron como León y todos los Sam-Chi pasaron a llamarse irremediablemente Sánchez…”.
Quién quiera descubrir lo que guardan los años 30 en tierras antofagastinas, en salitreras olvidadas, en recuerdos memorables; no se puede perder esta obra, y si la añoranza de un pasado seco aún es más grande, “Santa María de las flores negras”, cuenta una verdad llena de sangre inocente y enmarcada en el bello mineral blanco, que es uno de los principales personajes de la literatura con la que trabaja Hernán Rivera Letelier.

Texto de un tema:



El juego
Karla Morales C.


Yo estaba escondido, nadie podía descubrirme, el armario era mi lugar favorito para esperar ser encontrado, aunque a muchos les daba miedo su gran oscuridad, y la humedad que se sentía causaba algo de aprensión.
Ella corría por la casa, angelito yo le llamaba, cuando jugábamos ella contaba los números con una ternura especial; uno, diez, cinco, cien, se escuchaba despacito, y por la rendija que quedaba yo miraba sus piececitos buscándome. Ella, mi angelito, tenía solo siete años, y yo, creyéndome el más grande, contaba solo con dos años más; el juego ya se nos había hecho rutinario, un día contaba y corría ella y al otro día lo hacía yo, aunque últimamente la parte de contar no me gustaba mucho, debía un buen jugador.
Ese día fue distinto a todos los demás, hoy era su turno, mientras yo esperaba en el armario. Su vocecita de princesa gritaba mi nombre, alcancé a escuchar el uno y el diez, y luego la voz de angelito se ahogó entre llantos, el juego se hizo más corto que de costumbre, luego de un tiempo, que no sé cuanto fue, la volví a escuchar, abrí los ojos y vi los pasos, no era mi princesa, no era mi hermana; el juego continuaba como siempre, los pasos de papá salían de la habitación, luego salí del armario y fui donde ella, la miré y me preguntó cuándo se terminaría ese juego, entre sollozos y una sonrisa de resignación dijo, mañana es tu turno, yo no se contar, mañana te toca ti.
La miré y comprendí que el juego debía terminar, llamé a papá y le dije que no queríamos seguir en lo mismo, él me miró y grabó su anillo en mi frente con un golpe, angelito gritaba sin parar; media desnuda se paró he intento correr donde mamá. Papá la detuvo, la tomó en sus brazos y llorando le pidió perdón; cuando reaccione del golpe y abrí los ojos sentí que todo había terminado, angelito no lloraba más, papá seguía repitiendo perdón. Creo que angelito finalmente lo perdonó, ya que en las manos de papá, angelito por fin fue un ángel, mientras yo debí seguir jugando junto a él.

Texto a partir de un libro: “La loca de la casa”:




Recuerdos

Nací sin tener memoria, ya que todo recuerdo es producto de una gran imaginación, por ello lo único tangible que me une al pasado, son las letras sueltas que me acompañan desde siempre, y una que otra fotografía.
Las palabras querido diario, nunca fueron tan queridas, ya que el aburrimiento de contar una vida común, era constante; por lo mismo nunca fui capaz de terminar un diario, no así con la poesía o los cuentos infantiles, donde sumergía toda mi imaginación, y podía llenar cuadernos completos sin tener un final, pero me costo más de un golpe y una lágrima de una madre estricta, que justificaba todo como una perdida de tiempo y una estupidez de niña enamorada; cosa que con el tiempo he ido cambiando poco a poco, y hasta he llegado a conseguir una cara de asombro y sentirla orgullosa al escuchar mis escritos. De esos mismos escritos de infancia, puedo contar más de diez cuadernos completos, con lo que yo llamaba poesía, que con el tiempo he tratado de perfeccionar; todos estos tesoros los guardo para no olvidar lo que soy, y además, porque mi madre aún suele botar a la basura todo lo que a ella le parece poco importante.
En la adolescencia solía escribir de penas, de amores inexistentes, creaciones absurdas, sufrimientos de relaciones fantásticas y canciones de un amor barato, creyendo que algún día, algún famoso cantante las entonara.; así como también algunas obras, donde por supuesto era la protagonista de las historias, en las cuales más de alguna vez terminaba muerta, temáticas propias de una adolescente.
Creo que son etapas comunes, pero es ahora donde puedo escribir de recuerdos, recurrir a ellos para crear la base de miles de historias; recuerdos que están en aquellos papeles gastados, en fotografías de infancias perdidas. Anhelo mi memoria para recordar aquellos momentos y poder grabarlos en cada espacio y así poder recordar, por ejemplo, porque decía llamarme cheti paty, o porque no dije nunca secretos condenados por la sociedad.
Dentro de todo, creo que escribir del dolor o las penas es lo que más me gusta, es un placer un poco condenado, ya que las pocas veces que alguien a leído mis escritos creen que soy absolutamente depresiva o muy trágica, pero nadie se detiene a pensar que hay cosas simples, cotidianas que nadie se atreve a contar, o quienes las cuentan o leen las condenan tachando siempre de mala una violación o un suicidio, aunque más de alguno haya vivido estas experiencias y no las quiere contar.

Narración en suspenso:




Mi primera vez

En aquel lugar el calor se hacía insostenible, me sentía pegoteada y apretada; las sensaciones fluían por mi cuerpo, nada era como había pensado, aquello que muestran en la televisión, no se parecía nada a mi realidad.
Sentí un pequeño mareo, quizá porque no estaba acostumbrada a esas nuevas sensaciones que estaba experimentando, después de todo, era mi primera vez. No me podía contener, y en algunos momentos sentía que el oxígeno se agotaba; pero nada podía hacer, tenía que terminar con lo que había empezado, debía llegar al final, un final que aún no tenía claro.
Sentí una mano fría en mi espalda, y una mirada oculta entre las sombras, me avisaba que mis expresiones faciales eran una exageración para ser la primera vez.
Las luces jugaban volviendo oscura la realidad, mas, la música ambiental hacía confortable este pasaje de mi vida. De pronto, unos brazos cobijaban mi cintura, y una respiración al oído me comenzaba a desesperar, con una voz dulce escuché, señorita; y las manos que apretaban mi cintura de pronto me movían bruscamente y el dueño de aquellas manos me dijo nuevamente: señorita, baje, está estorbando, ya llegamos a su estación. Y así fue como finalicé mi primer viaje en metro.