miércoles, 18 de junio de 2008

Texto a partir de un libro: “La loca de la casa”:




Recuerdos

Nací sin tener memoria, ya que todo recuerdo es producto de una gran imaginación, por ello lo único tangible que me une al pasado, son las letras sueltas que me acompañan desde siempre, y una que otra fotografía.
Las palabras querido diario, nunca fueron tan queridas, ya que el aburrimiento de contar una vida común, era constante; por lo mismo nunca fui capaz de terminar un diario, no así con la poesía o los cuentos infantiles, donde sumergía toda mi imaginación, y podía llenar cuadernos completos sin tener un final, pero me costo más de un golpe y una lágrima de una madre estricta, que justificaba todo como una perdida de tiempo y una estupidez de niña enamorada; cosa que con el tiempo he ido cambiando poco a poco, y hasta he llegado a conseguir una cara de asombro y sentirla orgullosa al escuchar mis escritos. De esos mismos escritos de infancia, puedo contar más de diez cuadernos completos, con lo que yo llamaba poesía, que con el tiempo he tratado de perfeccionar; todos estos tesoros los guardo para no olvidar lo que soy, y además, porque mi madre aún suele botar a la basura todo lo que a ella le parece poco importante.
En la adolescencia solía escribir de penas, de amores inexistentes, creaciones absurdas, sufrimientos de relaciones fantásticas y canciones de un amor barato, creyendo que algún día, algún famoso cantante las entonara.; así como también algunas obras, donde por supuesto era la protagonista de las historias, en las cuales más de alguna vez terminaba muerta, temáticas propias de una adolescente.
Creo que son etapas comunes, pero es ahora donde puedo escribir de recuerdos, recurrir a ellos para crear la base de miles de historias; recuerdos que están en aquellos papeles gastados, en fotografías de infancias perdidas. Anhelo mi memoria para recordar aquellos momentos y poder grabarlos en cada espacio y así poder recordar, por ejemplo, porque decía llamarme cheti paty, o porque no dije nunca secretos condenados por la sociedad.
Dentro de todo, creo que escribir del dolor o las penas es lo que más me gusta, es un placer un poco condenado, ya que las pocas veces que alguien a leído mis escritos creen que soy absolutamente depresiva o muy trágica, pero nadie se detiene a pensar que hay cosas simples, cotidianas que nadie se atreve a contar, o quienes las cuentan o leen las condenan tachando siempre de mala una violación o un suicidio, aunque más de alguno haya vivido estas experiencias y no las quiere contar.

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